El debate respecto de los próximos movimientos en la tasa de interés de
política monetaria ha sido profuso. Y lo seguirá siendo. El BCRA está siendo
explícito en cuanto a los factores que inclinarán su decisión: cuando haya
indicios claros y persistentes de desaceleración en la inflación subyacente
entonces las tasas de Lebac bajarán en sintonía. El BCRA entiende como inflación
subyacente a la variación de precios ni-ni, ni regulados, como las tarifas de
servicios públicos, ni estacionales. Mientras tanto, desde la tribuna
observamos los halcones y las palomas.
Los halcones argumentan que la tasa corta de Lebac tiene que estar muy
por encima de la inflación subyacente, o lo que es lo mismo, tiene que ser muy
positiva en términos reales. Eso genera los incentivos apropiados para
condicionar el comportamiento de empresas e individuos y desacelerar la
inflación subyacente. Otro tema no menor es que una tasa real muy positiva y
una baja más bien parsimoniosa de la tasa de política monetaria sirve para
nivelar la aeronave y reducir o evitar las turbulencias en el tipo de cambio
nominal que vimos en Febrero, tras la rápida baja de tasas que siguió a la
unificación cambiaria. Un tercer beneficio de la postura de halcón es que el
BCRA construye reputación positiva y ese mejor nombre le permite incidir en las
expectativas a futuro. Un BCRA muy creíble respecto al compromiso de lucha
contra la inflación es a la vez igual a una política monetaria más efectiva.
Las palomas están más preocupadas por el impacto en el nivel de
actividad de mantener una tasa de interés real tan positiva. Pecar por exceso y
mantener la tasa muy alta o por mucho tiempo puede tener el mismo efecto sobre
la reactivación económica que una helada tiene sobre los primeros brotes de un
cultivo. Así, esta postura puede tener beneficios sobre el ciclo económico,
pero también pone el ojo (no de halcón) en el ciclo político: el nuevo gobierno
debe aspirar a ganar la elección de mitad de mandato en 2017 y para eso es
vital que los engranajes de la actividad económica se muevan con buen ritmo
hacia Abril del año próximo. Un riesgo de que se impongan las palomas es que la
opinión pública pierda confianza sobre la independencia del BCRA o su
compromiso en la lucha contra la inflación, minando su reputación.
El Presidente del BCRA está del lado de los halcones, como debe serlo
por su función. No deberíamos esperar otra cosa. La autonomía del BCRA debe ser
respetada a rajatabla. Entonces, los argentinos enfrentamos dos escenarios
posibles. En uno de ellos, ganamos todos. La inflación subyacente se desacelera
pronto. Eso le permite al BCRA hacer una baja rápida y fuerte de tasas,
manteniéndolas aún positivas, sin arriesgar un brote inflacionario y
preservando los brotes verdes de la reactivación. El segundo escenario es menos
rosa. La inflación subyacente no se desacelera pronto y entonces el BCRA tiene
que hacer una reducción de tasas lenta y cuidadosa, demorando la reactivación. Ese
escenario tiene como riesgos un freno a la actividad económica más prolongado y
una apreciación real del peso en los próximos meses, dados los flujos
comerciales y financieros que se esperan.
En caso de que se confirme el segundo escenario, el gobierno debería
sacrificar alguno de sus objetivos. No podrá pretender que mejoren
simultáneamente el empleo y la actividad económica, la competitividad del peso,
la situación fiscal y además disminuya rápidamente la inflación. En tal
escenario, si se imponen los halcones, el escenario más probable es que el
empleo y la actividad económica continúen bajo presión y que el peso siga apreciándose
en términos reales.