martes, 9 de enero de 2018

Una mezcla de política económica más balanceada

La última semana del año nos sorprendió con una conferencia de prensa del equipo económico en pleno.  Si bien se hicieron anuncios en temas de objetivos fiscales y programa financiero para los próximos años, el tema más caliente estuvo relacionado con cambios en la política monetaria.  En concreto, se difirió por un año el objetivo de llegar a inflación de 5 por ciento de 2019 a 2020.  En línea con ello, se modificó al alza la meta de inflación de 2018 que pasa a ser 15 por ciento y se descartaron las bandas. 

Los cambios en las metas de inflación fueron el resultado de un debate en la profesión y en el seno del gobierno, ya que como estaban fijadas eran en la práctica incumplibles pero cambiarlas podía implicar que se generara un sesgo inflacionario.

El anuncio de la revisión de las metas tuvo un impacto fuerte (pero temporario) en el mercado cambiario, llevó a una fuerte caída en las tasas de interés de las Lebacs más largas y seguramente generará un aumento en las expectativas de inflación del relevamiento que hace el Banco Central (en el REM).

Nuestra visión es que la nueva meta de 15% sigue siendo ultra ambiciosa y que la remoción de bandas no es conveniente ya que la determinación de rangos posibles para la inflación ayuda a coordinar con más efectividad las expectativas.  De hecho, ningún país de Latinoamérica tiene objetivos de inflación puntuales sino que establece desvíos sobre la meta puntual bajo la forma de pisos y techos.

Algunos critican al gobierno por la intromisión en la política monetaria.  No acordamos con esa postura ya que la fijación de las metas de inflación es una facultad del Poder Ejecutivo y la implementación de las acciones para cumplir con el objetivo es lo que está delegado en el Banco Central. Seguramente seguirá utilizando la tasa de interés como principal instrumento anti-inflacionario, aunque las tasas nominales serían algo más bajas.

Otra de las críticas apunta a una pérdida de reputación del Banco Central y que ello podrá tener implicancias negativas en las expectativas de inflación.  Así, la lucha anti inflacionaria será más dura y los resultados demorarán más tiempo en materializarse.  Acordamos con ese argumento y creemos que efectivamente habrá costos en el corto plazo en ese sentido.

El principal beneficio del cambio de metas de inflación es que moverá la mezcla de política económica a una situación en el que la velocidad de ajuste en las metas fiscal e inflacionaria estarán más alineadas y permitirán que continúe la recuperación en el nivel de actividad. 

Adicionalmente, el hecho de que el Tesoro requiera menos financiamiento del Banco Central le otorga más independencia y mitiga la pérdida de reputación por el cambio de metas ya que ayuda a aumentar la credibilidad en la política monetaria.


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